Ya termina el verano. ¿Motivo de pena? No. Motivo de alegría. Dejemos aparcado el calor sofocante y cambiémoslo por una suave brisa nocturna. Dejemos el tiempo libre y sustituyámoslo por algo provechoso que hacer. Dejemos la soledad y démonos un respiro en otro lugar, en otro país. Nuevos paisajes y nuevos aires. Nuevas emociones y nuevas historias que contar. Siete días... y encontraré la paz.
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